Plancton y su impacto en la naturaleza
Las bacterias se han considerado a menudo meros seres primitivos, simples y mínimos. ¿Es cierto? Al tratarse de organismos unicelulares, presentan, sin duda, un tamaño muy reducido. Pero su supuesta simplicidad es sólo aparente: su complejidad no se manifiesta en forma de variedad morfológica, sino a través de una amplia diversidad de estrategias metabólicas. Proliferan en ambientes cuyas condiciones físico-químicas y fuentes de energía evidencian una llamativa variabilidad. Tampoco se les cataloga entre los organismos primitivos, si atendemos a su facilidad para intercambiar información genética y su notable capacidad de adaptación.
Una de las fases del ciclo del azufre es orgánica. Nos referimos a la que protagoniza el sulfuro de dimetilo (DMS), la principal forma de intercambio de azufre entre los océanos y la atmósfera. En buena parte, el olor a mar se debe al DMS presente en el aire. Escapan a la atmósfera unos 100 millones de toneladas de azufre (en forma de DMS) al año. Un tercio de esa cantidad se origina, mediante procesos biológicos, en los océanos. Cierta fracción procede de la actividad volcánica. La mayor parte tiene un origen antropogénico, aunque al limitarse a los continentes, su impacto en los océanos es menor.
Importancia del placton en la biosfera
Los océanos constituyen un extenso ecosistema que contiene una biomasa microbiana equiparable a la de plantas y animales. El bacterioplancton incluye una gran diversidad de organismos de los dominios Bacteria y Archaea.
La actividad de estos microorganismos resulta esencial para los ciclos biogeoquímicos de la biosfera.
Merced al estudio de los microorganismos en su ambiente natural se han descubierto nuevas vías metabólicas que se desarrollan en el ecosistema marino, quizás el de mayor extensión en la Tierra