Las emociones en educación parvularia

 La Educación Parvularia es el nivel del sistema nacional de educación, en que de una manera sistemática se procura el desarrollo integral de los niños menores de seis años. Un término comúnmente usado como sinónimo y que, en la actualidad tiende a descartarse, es Educación Preescolar. Dicho término guía a confusión, pues al referirse a una etapa pre-escuela impresiona como un tramo no institucionalizado de la Educación y por lo tanto informal, por lo que no corresponde a lo que es la educación de párvulos en nuestro país, la que cuenta con planes, programas e instituciones que le son propias

La educación Parvularia en Chile es reconocida como el primer nivel del sistema educativo. No es obligatoria y está dividida en tres niveles: Sala Cuna (cero a dos años), Nivel Medio (2 a 4 años) y Nivel transición (4 a 6 años). Actualmente además, se puede dividir en dos ciclos: Primer ciclo (0 a 3 años) y Segundo ciclo (3 a 6 años).

Los Jardines Infantiles y Salas Cunas, como principales representantes de la Educación Parvularia en nuestro país, son un beneficio estatal para niños y niñas, como también a sus múltiples y diversas familias desde en 1906, momento en que se instaló el primer kindergarten fiscal. Esta red de apoyo social acoge diariamente a miles de familias, quienes depositan el cuidado de sus hijos e hijas en las manos de nuestras educadoras. Así, familias monoparentales a cargo de una mamá que trabaja y/o estudia, familias conformadas por abuelos, abuelas, tíos, tías y primos -quienes acompañan y apoyan en la crianza a los padres- padres que cuidan a sus hijos, madres que trabajan como dueñas de casa, padres que participan del mercado laboral y cumplen con su función de crianza, entre tantas otras formas de hacer familia, son ejemplos de quienes cuentan con este espacio de cuidado para sus niños y niñas. A todos por igual acoge este espacio educativo, en el que educadoras y técnicos reciben a los niños y niñas según sus características individuales, permitiendo además a sus padres compatibilizar la participación en el mercado laboral con los roles de la crianza.

Cuando los niños llegan a este mundo llegan sintiendo las emociones de los demás, son empáticos. Para que esta empatía no acabe en el olvido es necesario potenciarla desde que son pequeños y trabajar en ella durante todo el crecimiento. La educación emocional debe estar presente en la crianza infantil tanto en las familias como en las escuelas.

Junto con el desarrollo físico y cognitivo, cada niño progresa a través de diferentes fases de desarrollo emocional. Podría decirse que todos los niños difieren en su desarrollo individual y es que parece ser que los padres suelen tener poca información sobre el desarrollo emocional, a pesar de que admiten que saben que ellos tienen una gran influencia en el desarrollo emocional de sus hijos.

Generar en el aula y en el hogar climas de confianza, respeto y buen trato, en los que se crean espacios de escucha y se valida al otro, y en donde el error es visto como una fuente natural de aprendizaje, permite avanzar en la construcción de una personalidad y autoestima positivas.